jueves, 29 de abril de 2010

Decir, querer decir y decir sin querer

Bien explica la noción de implicatura la profesora e investigadora de literatura y lenguaje, Graciela Reyes (o Chelita como la llaman algunos), cuando dice que: “lo que queremos decir es, en parte, lo que decimos y en parte, a veces decisiva, lo que no decimos pero está implicado en lo que decimos”, dicha noción aparentemente compleja nos presenta una combinación del sentido literal y el contexto.

Para que pueda inferirse algo en lo que decimos se necesita del uso del lenguaje que a su vez depende de un pacto previo de colaboración entre los hablantes. Para referirse a este pacto de colaboración la profesora Reyes alude al famoso “principio de cooperación” del filósofo británico Paul Grice, principio que nos permite generar interpretaciones de las palabras, dar un sentido a lo que no está explícito.

Al decir algo debemos tener en cuenta qué es en realidad lo que se quiere decir, lo que implica o se sugiere a través de las palabras dichas literalmente, por eso Grice habla de implicaturas convencionales y conversacionales, su interés está dirigido hacia las últimas, ya que de las implicaturas convencionales se puede encargar la gramática. Por eso adquiere mucha importancia la conversación, ya que se necesita del esfuerzo de los hablantes para cooperar entre sí y lograr su objetivo. Es que no dimensionamos lo fundamental que es la cooperación en una conversación, ya que por más irrelevante que sea toda conversación tiene un propósito y no se puede cumplir si el hablante y el oyente no están conectados, si no colaboran se generan malentendidos.

Siguiendo a Grice existen unas máximas o reglas que nos permiten socialmente saber si estamos cooperando o no, éstas son cuatro: de cantidad, cualidad, de relación y de manera. La máxima o regla de cantidad se refiere a la información que debe darse y se trata de que ésta sea la necesaria, que no sea ni más ni menos. La violación a esta máxima la podemos ver claramente en una relación de pareja cuando la mujer le pregunta al hombre con quién estaba, él le dice: "no, con unos amigos, pues y unas peladas, que solo son amigas, estaba Juanita, tú sabes que es muy amiga mía, que toda la vida hemos sido compañeros, tú la conoces, pues sí, eran solo unas amigas que salieron un rato con nosotros..." y así sigue en la conversación dando una información que no se le ha pedido, excediéndose en lo que dice y empeorando la situación, dejando ver que "hay gato encerrado", es decir, hay algo que está escondiendo, seguro pasó algo con alguna de estas niñas y está nervioso tratando de justificar que sólo eran unas amigas, por ahí dicen también que "cuando el río suena es porque piedras lleva", a buen entendedor pocas palabras.

Por su parte la máxima de cualidad se refiere a la veracidad de lo dicho, es decir, que la contribución sea verdadera, no se debe decir algo que se crea falso ni algo de lo que no se tengan pruebas suficientes. Para ejemplificar una violación [1] a esta máxima encontramos figuras literarias como la metáfora, por ejemplo "eres la luz de mi existir", o una frase irónica "es que Maria es solo una amiga", ambas son falsas en el sentido, es decir, en la metáfora es imposible que alguien sea la luz del existir del otro (eso es una utopía, no existe), en el caso de la ironía genera implicatura precisamente porque es una mentira, María es más que una amiga, quizás mucho más pero se utiliza esta figura para ocultarlo. También podemos ejemplificar el no cumplimiento de esta máxima cuando alguien dice: "probablemente esté engañando a su esposa", eso es algo de lo que no se tienen pruebas suficientes, por lo cual se viola esta máxima.

En cuanto a la máxima de relación encontramos la relevancia de lo que se dice, que las intervenciones estén relacionadas con lo que se está hablando, que sea pertinente, adecuado y oportuno para la conversación. Por ejemplo si Juan dice: "Maria, es que tu me gustas mucho", a lo cual Maria responde evadiendo el comentario: "ha llovido mucho estos días", vemos que la intervención de María no está relacionada con lo que Juan le está diciendo, por eso hay una violación a la máxima de relevancia y por lo tanto una implicatura, está evadiendo o no sabe qué responder a lo que Juan le acaba de decir o no siente lo mismo por él.

Por último, en la máxima de manera encontramos que el modo de decir las cosas debe ser suficientemente claro, conciso, breve y ordenado, evitando la oscuridad de la expresión y la ambigüedad. Por ejemplo si yo digo: "estoy caliente" estoy incumpliendo esta máxima, ya que la expresión es ambigua y puede generar malentendidos, por un lado me puedo estar refiriendo a que tengo fiebre y por lo tanto mi cuerpo está caliente; por otro lado puede ser una insinuación sexual, una incitación a hacer el amor. Es común que dicha expresión se utilize adrede para generar un doble sentido, por eso la implicatura.

Cuando entonces se viola alguna máxima de las anteriores se genera automáticamente una implicatura, sin embargo las implicaturas son cancelables y pueden eliminarse del contexto por ejemplo disipándolas. Gracias a dicho principio de cooperación podemos decir que hay una comunicación intencional según la cual interpretamos los sentidos de forma eficiente, por lo que gran parte de los sentidos posibles que tengan las diferentes expresiones son implicaturas.

Es así como la noción de implicatura representa una buena salida, ya que podemos decir que las expresiones en el lenguaje natural o literalmente pueden tener significados simples, unitarios y estables, pero que al mirarlos en contexto pueden tener otros significados, sentidos o matices.
El juego lingüístico nos permite explorar sus límites con el juego de palabras, por ejemplo las figuras literarias que constituyen burlas como la ironía, metáfora, sarcasmo, hipérbole y demás recursos o expresiones figuradas hechas por el hablante tienen toda la intención de provocar una implicatura, hacen parte de una violación a las normas de cooperación lingüística. Es muy fácil encontrar implicaturas también en expresiones como “luego”, “pero”, “por tanto”o “además”, las cuales permiten al hablante sugerir e insinuar informaciones que no están dichas explícitamente, por ejemplo cuando decimos: "Jhon es hombre, por tanto es perro", esta es una frase muy usada por las féminas que creen que todo hombre es perro, es mujeriego, eso es lo que se encuentra implícito en esta frase.

Sin embargo, de la mano de Grice y Pratt debemos hacer una excepción cuando se trata del habla literaria, ya que a los autores de obras literarias les está permitido la violación de las máximas por burla que mencionábamos anteriormente con las expresiones figuradas, lo que pasa es que al escribir literatura el autor presupone las reglas y quiere que se note, por eso para que se pueda mantener el principio de cooperación el lector debe cooperar con el autor y sobreentender que digan lo que digan los personajes, el autor observa este principio y recurre a todas las implicaturas posibles para que su acto de habla literario se pueda cumplir de una manera satisfactoria.

[1] Aquí y en la mayoría de los ejemplos de este texto nos referimos a la quebrantación de las máximas como violación abierta o explotación de las máximas, en cuanto a que son hechas con toda la intención de generar una implicatura y de que el otro la capte. Es importante aclarar que dicha violación no es algo negativo, es deseado, es una estrategia para potenciar el sentido y lograr que lo implícito en lo que se dice sea entendido.


Reyes, Graciela. (1990) “Acuerdos y Transgresiones”. En: La pragmática Lingüística. El estudio del uso del lenguaje. Pp. 62- 77.



Juanito Alimaña

El siguiente es un video de Robinson Posada, conocido como "El parcero del popular número 8", en una presentación. La parte que nos interesa para analizar una de las implicaturas que hay en su intervención, es del segundo 52 hasta el 1:01.

http://www.youtube.com/user/elville2864740#p/a/71A9E23018249E76/0/PBM2kqHKnW8

Cuando está cantando la canción de Hector Lavoe "Juanito Alimaña", le agrega una información que está en paréntesis a continuación y dice así : "Sale como el viento, en su disparada y aunque ya lo vieron (como en las esquinas de Medallo) nadie dice nada". Lo anterior nos lleva a decir que allí hay una implicatura conversacional, ya que para entenderla y poder cooperar con el hablante que es el "parcero" hay que conocer el contexto.

La implicatura se presenta por una violación a la máxima de cualidad, ya que está siendo irónico cuando dice "nadie dice nada", es imposible o falso que nadie diga nada pero él utiliza esta violación abierta con toda la intención para implicar allí que en la ciudad de Medellín la gente "se hace la de la rayban", es decir, la gente hace como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera visto nada, a pesar de que acaban de ver matar una persona, prefieren no contar nada ya sea por su seguridad o por pura indiferencia frente a la violencia de la ciudad.


Implicatura conversacional y convencional

En esta valla podemos ejemplificar los dos tipos de implicaturas. Por un lado es clara la implicatura conversacional, ya que se genera del contexto, el hecho de decir "ponte en su lugar" y mostrar esa imagen, tiene implícita cierta información que es practicamente "no mates a los toros, es como si estuvieras matando hombres, no hagas a los otros lo que no quisieras que te hicieran a tí", esta información tiene implícita una protesta antitaurina y quiere hacer un llamado de atención y una reflexión al respecto. Es claramente una violación abierta o explotación de la máxima, ya que se tiene toda la intención de generar la implicatura a través de la violación de las máximas y se tiene la intención de que el otro la coja.

Por otro lado también puede ser convencional (recordemos que convencional significa que surge del uso del lenguaje, es decir, que depende del uso de la palabra) porque si no se conoce el contexto, de todos modos se puede identificar una implicatura en el verbo imperativo "ponte"que está haciendo un llamado de atención y al usar esa expresión literal se sabe que si le dicen a uno que se ponga en el lugar del otro es para que uno tenga conciencia de sus actos y no haga al otro lo que no quisiera que le hicierana uno. Sin embargo, se entiende el llamado de atención pero para ligarlo con los toros sí se necesita del contexto, por eso no puede ser sólo convencional.

viernes, 26 de marzo de 2010

El mundo del lenguaje, interpretaciones, sus sentidos y malentendidos

La necesidad de la Pragmática

Existen tres problemas teóricos básicos por los cuales es necesario el uso de la pragmática.
Primero nos encontramos frente al significado no convencional que lo que nos dice es que las palabras pueden tener un valor diferente al que les asigna el sistema, es decir, pueden presentarse usos no convencionales de algunas palabras, lo que decimos y lo que queremos decir no coinciden en algunos casos, hay una separación entre lo que se dice como significado literal y lo que se quiere decir que es la intención comunicativa. Todo depende del contexto, de los interlocutores, de las circunstancias, de la intención comunicativa. Por ejemplo si yo digo esta pintura deja mucho que desear, literalmente estoy diciendo por esta expresión que no ha cumplido su cometido, que estoy insatisfecha por la pintura, que no me agradó o no me pareció suficientemente lograda, este es el significado literal de la expresión; sin embargo lo que quería decir era que la pintura me hacía desear o imaginar muchas cosas en un sentido positivo y lo que dije fue todo lo contrario.

Miremos rápidamente el siguiente juego de palabras: qué es un beso? es cuando un sujeto sujeta a una sujeta por su jeta. En este enunciado hay claramente un juego con las palabras, significados no convencionales de éstas en donde pierden un poco el significado literal para lograr una intención comunicativa, el que se entienda depende mucho del conocimiento previo de los interlocutores y de cuan contextualizados estén para poder comprender lo que se quiere decir, a saber, que un beso es cuando alguien toma o retiene a alguien por su boca o por sus labios; para poder comprender esto debimos saber por lo menos que para hacer referencia a alguien podemos utilizar la palabra sujeto o sujeta de un modo no convencional y digo no convencional porque convencionalmente sujeto significa sometido o subordinado y sujeta significa retener o inmovilizar.

El segundo problema que crea necesidad de la pragmática es la sintaxis y el contexto, cómo así? El orden de las palabras intercambiados en contextos diferentes tienen significados diferentes y se cambia el centro de atención dentro de la frase, por ejemplo miremos las tres frases siguientes:
1. El reinado se toma a Colombia
2. A Colombia se la toma el reinado
3. El reinado a Colombia se la toma

La primera frase es un titular de prensa en donde el verdadero sentido es que el reinado como fenómeno de cobertura nacional comenzará, por eso en esta primera frase prima la palabra reinado y la información que se aporta es que se toma a Colombia, en esta información se hace un énfasis en el verbo “tomar” y se deja en un segundo plano Colombia. En cuanto a la segunda frase primaría Colombia y no el reinado, entonces se puede perder un poco el sentido si se titula así, se da como información nueva que se la va a tomar el reinado, es decir, se pone al reinado en un segundo plano y pierde importancia a diferencia del primer titular donde jugaba el papel de un hecho establecido. En la tercera frase vemos que prima de nuevo la palabra reinado pero en la información que se da de éste pierde importancia el hecho de que se va a tomar a Colombia, en la información nueva que se da del reinado se hace más relevante o se hace más énfasis en Colombia. Es pertinente aclarar aquí que también juega un papel el significado de la palabra tomar y esto junto con el sentido de cada frase lo podemos comprender a través de la pragmática, de aquí que se haga necesaria.

Por último hay problema con un tipo de hechos, donde encontramos la referencia y deixis. Se necesita la pragmática para poder identificar referentes, a qué objetos, hechos o situaciones se refiere; pues no solo basta con entender el significado de las palabras para poder comprender la frase.

Tomemos como ejemplo el cuento más corto del mundo llamado “El dinosaurio” del narrador y ensayista guatemalteco Augusto Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Podemos decir que conocemos todas las palabras que aparecen en este cuento y podemos caracterizar su significado, aún así, nos falta información para dotarlo de contenido, necesitamos entender su contexto o situación para saber a qué se refiere el cuento, ¿sabemos quién o qué se despertó? ¿Cuándo se despertó? ¿Dónde está el dinosaurio? ¿“Allí”? ¿No “allá”? ¿Dónde está “allí”? Además no podemos dar por sentado que dinosaurio hace alusión al grupo extinto de reptiles jurásicos, ya que puede aludir a alguien o a alguna organización que sigue viviendo cuando ya no se le necesita; a una persona vieja, seca y aburrida o a cualquier persona que queramos representar con este adjetivo jurásico. Puede que al decir dinosaurio se esté refiriendo a la abuelita, así como puede ser Mick Jagger de los Rolling Stones, ya que Inclusive hay quien llega a calificar a grupos de rock como los dinosaurios del rock.

En resumen, dado que la figura a utilizar es un dinosaurio (especie extinta hace millones de años) dentro de un escenario donde alguien (animal o ser humano) reflexiona, nos abre la posibilidad de contextualizar en el mismo lugar y tiempo dos épocas anacrónicas (era jurásica o el homo sapiens). O lo que también puede significar que el cuento es una invitación a la imaginación o fantasía donde toma lugar una fábula. En cualquiera de los dos casos hablamos de un hecho ficticio. Ahora bien, si el cuento expresa una situación de esta era, entenderíamos por el sustantivo “dinosaurio” como una forma de referirse a alguien de este tiempo jugando con el significado y significante de otra era, es decir, calificándolo de viejo, descontextualizado, reptilezco, etc.

En este ejemplo vimos no solo referentes sino deícticos como adverbios de lugar y tiempo (allí y todavía) y así nos encontramos con que es importante para poder interpretar un enunciado, conocer los factores extralingüísticos que hacen parte del acto comunicativo, como conocer la identidad de los interlocutores, las circunstancias de lugar y tiempo, y demás información que sólo la pragmática podrá ayudar a lograr.

Con estos ejemplos se ve claramente la necesidad de la pragmática para poder entender los diferentes actos comunicativos, para poder dar una visión más precisa de la realidad lingüística y simplificar la descripción del nivel estructural. Sin embargo cabe mencionar que la gramática no se debe dejar de lado, la pragmática no sustituye la gramática, simplemente se complementan.

Escandell, M. Victoria. Introducción a la pragmática. Cap.1, “¿Qué es la pragmática?”. Barcelona, Ed Ariel, S.A. pp. 13-24.

Componentes físicos y relacionales de la situación comunicativa

Tomemos como ejemplo una situación de posible cortejo que constituye una interacción comunicativa real para exponer los componentes físicos y relacionales de la situación comunicativa.

Se encuentran sentados en el filo de un andén Teresa y Felipe. Ambos se sienten atraídos el uno por el otro, sin embargo ninguno ha sido capaz de revelar este sentimiento. Luego de haber compartido 1 hora y 23 minutos según las cuentas de Teresa y haber agotado “todos los temas posibles” para aquella tarde, Teresa se percata de que Felipe no va a tener la iniciativa de un primer acercamiento, sin embargo no duda de que él lo quisiera. Entonces decide tornarse un poco más atrevida y tomar la iniciativa con una sutil insinuación:

-Felipe, ¿no sientes que está haciendo frío? ¡Yo ya tengo las manos congeladas, mira!-

Dulcemente Teresa acerca sus manos al rostro de Felipe y lo toma por sus mejillas, con la esperanza de alivianar un poco la tensión del momento, sin embargo se decepciona un poco al sentir que la reacción de Felipe es más próxima a la incomodidad que a la confianza. Felipe, quien efectivamente se resistió a comprender este acto como una invitación de acercamiento, contestó con una voz entrecortada por los nervios que le produjo dicho contacto:

- Es cierto Tere, yo también pienso que está tarde y la temperatura baja, ponte mi chaqueta-

Luego de esta respuesta, que para Teresa es más una negativa a su insinuación que un acto mismo de cordialidad, Felipe se pone de pie y le entrega la prenda. Éste continua de pie dando a entender que la visita está por terminar. Teresa se ve obligada a pararse también y caminar a su lado hacia la estación de metro, donde cada uno tomará un rumbo diferente. Esta es la hora en que Teresa aún no sabe si fue ella la responsable de tan abrupto cierre cuando lo que pretendía era exactamente lo opuesto: forzar el encuentro.

Componentes físicos de la situación comunicativa

Emisor: Teresa

Destinatario: Felipe

Enunciado:
Teresa: Felipe, ¿no sientes que está haciendo frío? ¡Yo ya tengo las manos congeladas, mira!
Felipe: Es cierto Tere, yo también pienso que está tarde y la temperatura baja, ponte mi chaqueta.
Entorno: Teresa y Felipe se encuentran hablando en el borde de una acera a pocos pasos del metro.

Componentes relacionales de la situación comunicativa

Intención: Teresa pretendía que Felipe tomara el valor suficiente para acercarse y responder a su iniciativa.

Relación: dos personas que se sienten atraídas la una por la otra en una posible situación de cortejo.

Información pragmática: los dos se ven atraídos el uno por el otro, pero después de un tiempo de compartir juntos, Teresa se percata de que Felipe no va a tener la iniciativa de un primer acercamiento y toma la iniciativa con su sutil insinuación que para ella esto haría que él se acercara, quizás la abrazara o la besara o generara cualquier tipo de acercamiento. Él por lo visto no comparte dicha información pragmática, o no la comprende o no la quiere aceptar por timidez, y reacciona de la forma en que lo hizo (poniéndose de pie y entregándole su chaqueta) dando así por terminada la visita y dañando cualquier posibilidad de acercamiento en aquella tarde. Ambos comparten la información pragmática que transmitió la reacción de Felipe y caminan al metro para despedirse. Teresa aún se cuestiona si fue ella la responsable del curso del encuentro de esa tarde y teme haber sido malinterpretada por Felipe.

Parece que en este caso no codificaron.

Actos lingüísticos básicos según Echeverría

Para Echeverría existen dos actos lingüísticos básicos[1], las afirmaciones y las declaraciones.
Las afirmaciones muestran otra forma de declarar el mundo, un mundo ya existente, un mundo de los hechos. Se relacionan con las descripciones, descripciones que muestran las cosas como las observamos y no como realmente son, ya que la forma como las observamos son los pactos que hemos hecho entre todos para creer que son así. Estas observaciones se llevan a cabo según las distinciones que poseamos, es decir, si no existe una distinción de las cosas no hay descripción y por lo tanto no hay afirmaciones, así mismo si no distinguimos por ejemplo una casa no podemos observarla, necesitamos ese conocimiento compartido o pacto que hemos hecho para decir que es una casa y así poder observarla y describirla como casa, aunque no podemos decir que realmente lo es, solo que así la observamos. Por lo tanto una afirmación sólo tiene sentido para las personas que comparten el mismo conjunto de distinciones y así describimos como observamos con los otros.

Existen, según Echeverría, afirmaciones falsas y verdaderas. Las afirmaciones verdaderas son aquellas proposiciones para las cuales se puede proporcionar un testigo (dentro del mismo espacio donde se comparten las mismas distinciones), es decir, una persona que pueda coincidir con nuestras observaciones; por ejemplo si yo digo: “ayer llovió toda la noche”, es una afirmación verdadera siempre y cuando yo pueda demostrar que alguien compartió esa observación, puede ser mi madre que estaba conmigo por la noche, que es una persona con la que comparto las mismas distinciones y que comparte mi afirmación porque ambas lo observamos en la noche. Si por el contario mi madre refuta mi afirmación, no la comparte diciendo que no llovió ayer por la noche, esto no dejaría de ser una afirmación, solo que al ser refutada es una afirmación falsa y ésta se puede dar porque estamos frente a una proposición sujeta a confirmación. De lo contrario, si la afirmación no se puede confirmar porque no existen las condiciones necesarias para hacerlo, no se podrá decir si es falsa o verdadera, esto sucede con las afirmaciones a futuro, ya que para poder comprobarlas tenemos que esperar a que pase, si yo digo “el mundo se va a acabar mañana” debo esperar a que sea mañana para poder comprobarlo, de lo contrario sigue siendo una afirmación, ni falsa ni verdadera, sólo una afirmación. Algo similar ocurre cuando se hacen afirmaciones del pasado y no se puede encontrar a nadie que haya estado presente y pueda corroborarlo y tampoco existen registros que tengan observaciones de testigos; por lo tanto si yo digo que el 31 de Diciembre de 1913 hizo un día soleado y no tengo como corroborarlo, constituye simplemente una afirmación.

Es menester recordar que cuando afirmamos algo adquirimos una responsabilidad social por haberlo hecho, nos comprometemos con la veracidad de lo que dijimos, con la posibilidad de corroborarlo.

Por el otro lado están las declaraciones como otro tipo de acto lingüístico, mediante el cual se crea un nuevo mundo para nosotros, cambia la realidad a causa de la palabra dicha. Entre las declaraciones podemos encontrar momentos históricos de la historia que cambiaron el mundo, pero no solo eso, también podemos encontrar declaraciones simples que generen una nueva realidad, por ejemplo decirle a tu pareja “te amo” cambia la realidad amorosa, las cosas dejan de ser como eran y se vuelven quizás más serias, o por el contario si te dicen “esto se acabó, ya no quiero estar más contigo”, esto hace que tu mundo sea diferente después de la declaración. Un regaño de tus padres, un “te odio” de un amigo, tantas cosas que generan una nueva realidad y que no necesitan pactos compartidos de observaciones a diferencia de las afirmaciones. Lo que sí necesita es la capacidad de hacer cumplir la declaración, el poder de hacerlo a través ya sea de la fuerza o de la autoridad. Por ejemplo un sacerdote dice “te bautizo Juan Manuel”, en este caso está autorizado para bautizar, por lo tanto el mundo cambia después de esa declaración. Las declaraciones, según Echavarría también se dividen en dos, válidas e inválidas. Es válida si quien la hace tiene el poder (por fuerza o por autoridad) para hacerlo y es inválida cuando no lo tiene; por ejemplo cuando el profesor le dice a un alumno “te anulo el examen”, es válido porque como profesor tiene el poder, por su autoridad, para hacerlo, pero si por el contrario esto mismo lo dice un compañero de clase sería inválido y no cambiaría el mundo, ya que el compañero de clase no tiene el poder para hacerlo.

Al declarar algo se adquiere un compromiso, ya no de veracidad sino de comportarse de acuerdo con la realidad que se ha declarado, o por lo menos si no se igual se generan unas consecuencias por esto. Igualmente se adquiere un compromiso con la validez de la declaración, que al declarar algo se pueda sostener el tener la autoridad para hacerlo, cumpliendo a su vez con los requisitos o normas sociales establecidas. Es importante aquí mencionar que la autoridad no siempre tiene que ser otorgada socialmente, ya que existe una autoridad asociada al individuo, sólo por el hecho de serlo tiene el poder para declarar en su vida personal para asentar su dignidad como persona, por ejemplo la autoridad para decir “no” ante ciertas circunstancias, asentando así su autonomía, legitimidad y dignidad como persona.
[1] Recordemos que actos lingüísticos para Echeverría representan una elaboración efectuada a partir de la propuesta de los actos de habla de Searl (número restringido y específico de acciones que ejecutamos cuando hablamos), Echeverría los llama actos lingüísticos porque son actos que también pueden ejecutarse en forma no verbal.

Echeverría, Rafael. Ontología del lenguaje. Cap. 3, “los actos lingüísticos básicos”. Dolmen/Granica. pp. 69-79.

Valla Tigo


¡Valla[1] error!


Con esta valla Tigo pretende mostrar que tiene presencia como operador de telefonía celular hasta en la Paila de los Llanos Orientales, pero puede ser malinterpretado (quizás no para los de la Paila), ya que la expresión “en la paila” es utilizada de manera peyorativa denotando quiebra, crisis, mala situación, “frito”, en el infierno, etc. Adquiere una connotación incluso agresiva si lo tomamos de manera literal, al leer “estar contigo es estar en la paila”. Es preciso entonces para que la valla cumpla su cometido, saber que contigo no es el pronombre sino la preposición “con” más el nombre de la empresa “Tigo”, y además saber que la Paila es una localidad en la región Oriental colombiana.


Teniendo en cuenta todo lo anterior podemos decir que se constituye un infortunio por una mala apelación, por el mal uso de las palabras, por el doble sentido; si hubieran querido omitir este error sin dejar de lado la intención de la valla, hubieran podido decir “estar contigo es estar con los pailenses” o alguna otra expresión que no cree ese doble sentido. Al ponerse en un espacio de exposición pública está sujeto a que para todos aquellos que no viven allí y no tienen un sentimiento de arraigo para con esa región la valla no adquiera un significado positivo y haga todo lo contrario, se posicione en la mente del receptor por el doble sentido que maneja. Este tipo de errores no se olvidan, va a ser un comentario para toda la vida. Creería evidente que para la empresa no está en sus pretenciones generar recordación a la luz de un error o malentendido por su doble sentido.



[1] Valla: f. cartelera situada en las calles, carreteras, etc, con fines publicitarios. (se pretende jugar con el doble sentido de su homónima “vaya”)

Si suena un bip continuo, está listo

Carulla - Microondas: http://www.youtube.com/watch?v=_TACAzpSmp8



Si analizamos desde una perspectiva del espectador o receptor del mensaje podemos decir que constituye un infortunio. Por una parte hay un desacierto gracias a una mala ejecución, ya que el procedimiento no se lleva a cabo por todos los participantes en forma correcta, se viola el procedimiento que en este caso es una cirugía, en donde se espera que no haya un microondas en medio de la sala de operaciones y que estén calentando un café y suene como si se muriera la persona que están operando. Esto al mismo tiempo constituye un abuso, ya que se espera cierta conducta correspondiente de los participantes y ellos se comportan como si nada hubiera pasado, como si fuera muy normal.

Hago inicialmente la aclaración de que lo estamos analizando desde la perspectiva del espectador, ya que si lo analizáramos desde el emisor, sabemos que el que hizo la propaganda tenía premeditado que fuera un infortunio, para generar la dualidad o doble sentido en la situación, esa es la gracia de la propaganda. Por lo tanto si lo analizáramos desde esta perspectiva no sería infortunio, ya que las acciones realizadas al emitir este realizativo son parte de una “decoloración del lenguaje”, es decir, están predeterminadas, prefabricadas por el creador de la propaganda.

¡Qué infortunio! ¡Qué mala ejecución!

Claramente podemos observar aquí un acto de habla no afortunado por parte de la presentadora del programa, ya que cae en una mala ejecución al no realizar correctamente su labor como presentadora y saltarse los pasos debidos del procedimiento, es decir, viola el procedimiento cuando le muestra a la concursante los números ganadores por error, lo que hace que simultáneamente caiga en una mala apelación para tener que decirle a la concursante que no se vale, que hable con los de producción porque se ha equivocado, hasta tiene que pedir perdón y continua con la mala ejecución saltándose más pasos del programa y dándolo por terminado.

No solo hay desaciertos aquí, también cae en un abuso porque se espera cierta conducta de prudencia en sus sentimientos o pensamientos como presentadora para comportarse adecuadamente y no lo hace, si estamos frente a un concurso se supone que la presentadora debe guardar los resultados ganadores y no mostrarlos a los concursantes para que se aprovechen de eso y puedan ganar haciendo trampa.

sábado, 27 de febrero de 2010

Idiosincrasia colombiana o rituales diarios: Palabras del día a día que nos tachan de mentirosos al ojo del mundo sin tener conciencia de ello

Anoche me despedí de un amigo, que no veía hacía muchos años, con la siguiente expresión “yo te llamo, no te pierdas tanto”, y llegando a mi casa me encontré con que no tenía cómo comunicarme con él, si supiera que no tengo su teléfono, fuera de eso pedirle que no se perdiera fue más una frase de cajón que salió de mi boca como si nada. No entiendo por qué actuó así, pero lo hago a diario.

Nunca me hubiera imaginado que un personaje como Austin me ayudaría a entender mi cultura colombiana, una cultura donde los enunciados no cargan gran responsabilidad y no generan la importancia debida para hacer conciencia de lo que se dice. Pareciera que los colombianos fuéramos de la escuela antigua o de la filosofía tradicional, donde equívocamente se cometía lo que Austin denomina “falacia descriptiva”, es decir, se creía que un enunciado solo podía describir el estado de las cosas en el mundo, que decir algo era enunciar algún hecho y que debía ser verificable; para nosotros sería como esas promesas tales como “mañana te lo compro “o “mañana te pago” que se dicen y se incumplen, es decir, simplemente se está enunciando algo que puede ser falso o verdadero, no importa y no tiene repercusiones en nuestra cultura así como para los filósofos tradicionales no lo tenía. Aquí es donde el gran filósofo británico J. L. Austin quizás se enloquecería y no podría vivir en un país latinoamericano como Colombia porque, para él, que introduce un concepto muy importante en la filosofía del lenguaje que se llama los “actos de habla”, “decir algo es siempre hacer algo”.

Este filósofo rompe barreras con su obra más conocida “Cómo hacer cosas con palabras” porque cambia la forma de ver los enunciados y fuera de eso les pone nombres. A los enunciados puramente descriptivos, en donde decir algo es simplemente enunciar algo, (lo que hemos visto aquí típico de nosotros los colombianos), los llama enunciados constatativos, pero ahora viene lo interesante y es que les contrapone otro tipo de enunciados a los cuales da el nombre de realizativos, ya que no describen o constatan o simplemente enuncian una cosa sino que implican una acción, dicen que hacemos cosas en el mundo, además dichos enunciados no son calificados como falsos o verdaderos porque para Austin no todo enunciado se puede catalogar de esta forma. ¿Qué sería entonces sí la vida de un colombiano fuera así?, es decir, si todo lo que estamos acostumbrados a decir “tan naturalmente” en realidad significara que lo hiciéramos, porque si decir algo es hacer algo, yo no me imagino a los colombianos tomándose esto en serio, si no cumplimos en el día a día, no somos responsables con lo que decimos, no creemos en el otro y lo peor es que nos hemos acostumbrado a vivir así, es nuestra cultura. Hay que aceptarlo, somos un país que habla mucha “carreta”. Si decir “ya te llamo” o “nos vemos” o “ahorita hablamos” de verdad significara hacerlo, pero ni siquiera sabemos que es ahorita, si es ya casi, en dos horas, por la noche, mañana o nunca.

Estos enunciados que en la teoría de Austin realizan una acción o parte de ella pueden encontrarse en expresiones contractuales o declaratorias, tales como “Sí, juro”, “bautizo este niño Juan”, “te apuesto tal cosa”, en estos casos se ve como no se describe o enuncia lo que se hace, simplemente se hace, tampoco decimos si es falso o verdadero. Aquí suponemos que las personas que dicen esto en realidad lo hacen y tienen una intención de hacerlo, que culturalmente tienen esa mentalidad, por ejemplo esto se puede ver mucho en culturas como la europea o la asiática y muy poco en la latinoamericana.

Austin no solo introduce el concepto de acto de habla sino que desarrolla a través de este la doctrina de los infortunios, donde dicho acto de habla puede ser catalogado como afortunado o no afortunado, dependiendo de si es ejecutado con éxito o no. Pero para reconocer el éxito de una expresión realizativa se debe cumplir a cabalidad con seis reglas que Austin menciona, si solo una o más se violan, dicha expresión es infortunada. Ahora bien, ¿de qué reglas estamos hablando? de unos criterios que establecen lo dicho, la ejecución de lo dicho y el comportamiento esperado por parte del que dice. En cuanto a lo dicho encontramos en primer lugar que debe cumplir con un procedimiento ya pactado como reglas de juego o rituales en donde hay una emisión de ciertas palabras (que se pueden suprimir con actos de comunicación extralingüísticos como gestos), por parte de ciertas personas y en ciertas circunstancias. En segundo lugar esto debe llevarse a cabo en un contexto apropiado. Si se incumple alguna de estas dos condiciones de lo dicho se constituye una mala apelación. Tomemos un ejemplo muy cotidiano que nos sirva para catalogar de afortunado; el cortejo primero que todo se puede ver como un ritual ya convenido en nuestra sociedad, donde están involucradas ciertas personas, digamos hombre y mujer, en donde hay una emisión de palabras como “eres la mujer más bonita que he visto”, “no hay nadie en el mundo que me interesa más que tú”, “dame la oportunidad de demostrarte que puedo ser el hombre que tu deseas”, también hay ciertas circunstancias como ese mismo momento de cortejo y quizás un contexto apropiado como una discoteca, trago, fiesta y demás. Dando lugar a la ejecución de lo dicho tenemos en tercer lugar que el procedimiento o ritual debe ser llevado a cabo de forma correcta y en cuarto lugar, siguiendo todos los pasos, si alguna de estas reglas no se cumple será una mala ejecución. Siguiendo este mismo ejemplo del cortejo, para que sea una buena ejecución y siga siendo afortunado, el ritual se debe llevar a cabo de la mejor forma, en donde el hombre invite a la chica a salir, le lleve flores, le diga palabras dulces que la hagan sentir bien, la lleve de la mano, aquí también la promesa de no mentir entra en parte, y el proceso de cortejo se mecaniza de tal forma que el hombre se vuelve como un camaleón que se convierte en todo lo que desearía la mujer para él realizarlo, entonces si a ella le gusta la poesía él se convierte en un poeta, y todo esto hace parte de los pasos que se deben seguir, y donde se empieza a encontrar un goce en el mismo tema del cortejo; así mismo el paso final para cumplir con el cortejo se lograría con un beso, un roce de narices, unas caricias, y si prospera la relación, el sexo o apareamiento. Las últimas dos reglas que hacen parte del comportamiento de los participantes dicen que estos deben tener una intención o propensión a realizar el acto y que se vea reflejado, es decir, que se comporten así a la hora de actuar, si alguna de estas dos cosas no se cumple se cometería un abuso del procedimiento. En este ejemplo del cortejo claramente hay una intención por parte del hombre para realizar dicho cortejo, todo esto se ve reflejado en las acciones de cortejo que hemos mencionado.

Al incumplir en lo dicho o en la ejecución de lo dicho el acto no se cuenta como realizado, no se lleva a cabo, ya que constituye lo que Austin llama un desacierto o intento de acto. Esto pasaría por ejemplo si no se dicen las palabras adecuadas para cortejar a una mujer, sino que en vez de esto se le insulta o se le trata como una cualquiera, así el acto no se cuenta como realizado, se queda en el intento. Sin embargo hay que aclarar que así no sea afortunado este acto porque se incumplió una o más de las reglas, esto no exime de consecuencias, y se puede evidenciar en el ejemplo precedente, en donde el acto no se realiza pero se producen efectos como que el hombre quede completamente en ridículo, o que la mujer diga y piense “este hombre es lo peor”, eso le crea mala fama. Pero ocurre otra cosa cuando se trata del comportamiento que se espera, ya que en este caso el acto sí se lleva a cabo pero con un “abuso” que el filósofo llama “pretendido o hueco”. Este es el caso de las mil promesas que ayudaron para que el cortejo fuera efectivo, es decir, se lleva a cabo el acto pero el hombre abusó del procedimiento, abusó del cortejo y prometió todo lo más bonito y dulce y pretendió ser el mejor hombre, además como hablar es muy fácil para nosotros el cortejo mismo se vuelve un goce. El hombre hasta pudo haber llegado a decir cosas tan absurdas que decimos a diario como “sin ti me muero” o “te juro que vamos a pasar toda la vida juntos” o “eres la única mujer a la que he amado y amaré”.

Son susceptibles entonces de infortunios todos los actos convencionales (rituales o ceremonias), entre estos mismos se encuentran también los actos no verbales o extralingüísticos (como los gestos), los actos jurídicos y los actos de la ética. Hay que tener presente también que existen dos formas en que las acciones realizadas al emitir realizativos no constituyen infortunios, estas son, a saber, la “desdicha” que es cuando por fuerza o violencia estas acciones no son realizadas intencionalmente y cuando son parte de una “decoloración del lenguaje”, es decir, están predeterminadas o prefabricadas. Por último no sobra mencionar que las diferentes clases de infortunios no se excluyen mutuamente, es decir, se puede fallar en una o en más al mismo tiempo, es más, las maneras de fallar pueden no distinguirse claramente y hasta superponerse.

Para algunos la filosofía del lenguaje puede no tener importancia alguna, sin embargo estas teorías le ponen mucho sentido a nuestra forma de comunicarnos y nos ayudan a entender nuestros comportamientos y a entender las consecuencias de nuestros actos de habla. Es así como los colombianos somos carne pulpita para que Austin pueda explicar su teoría y para explicar nuestra cultura, y si el mundo entero acepta lo que dice este filósofo del lenguaje, vamos a seguir siendo los mentirosos del continente, junto a otros países latinoamericanos, porque somos unos manipuladores del lenguaje, y la mejor prueba de esto quizás podría ser los medios masivos de comunicación (que para efectos de este artículo prefiero llamarlos medios masivos de convencimiento[1]), por la manipulación de las masas a través del lenguaje.

Así mismo, lo que hacemos acá es nuestra realidad, donde hay una línea muy poco clara entre la verdad y la mentira, ya que se vuelve un día a día de evasión en donde ya no sabemos diferenciar: “dígale que yo no estoy”, “dígale que ahora lo llamo”, “dígale que mañana le pago”. Todo esto está ligado con el humor nuestro. Vivimos en un mundo donde nuestra verdad no es un punto (no es única) sino un espacio entre dos límites, es irrisorio e inverosímil, tiene un nivel de tolerancia: “yo no dije esto pero tampoco dije lo otro”. Es así como nos volvemos diestros no en demostrar sino en excusar esto y lo otro, y creamos la idiosincrasia colombiana, una idiosincrasia con la cual nutrimos a personajes como Gabriel García Márquez para que desarrolle el Realismo Mágico[2] en la literatura.

Austin. J.L. Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Barcelona: Oxford University Press 1998.

[1] Medios masivos de convencimiento: son estos, con una forma irresponsable, a veces premeditada y peor aún en ocasiones inconsciente, los que llegan a fijar parámetros de conducta, reacción, y hasta estéticos en la población, rompiendo con cualquier esquema ético que pueda cargar su responsabilidad como actores en la sociedad. Aunque en Colombia existen comisiones reguladoras de estos medios masivos de convencimiento, aún el debate continúa entre qué es libertad de expresión y qué es censura, mientras la información sigue siendo distribuida de manera irresponsable, sin siquiera delimitar el respeto de los receptores ni filtrar la dimensión de sus mensajes, logrando a su vez inyectar criterios de pensamiento y estética dentro de los espectadores. De manera no literal, recurriendo a mi memoria, me sorprendía mucho al escuchar el noticiero que apoyaba al presidente de turno en 1998, cuando se pretendía cambiar la imagen de la guerrilla en la población a través de sus comunicados: -el día de ayer fueron dados de baja tres subversivos y asesinados cinco militares- en los enfrentamientos que tuvieron lugar en Chigorodó. Ahora bien, ¿quiénes son los malos de la historia? ¿Quién asesina y quien da de baja? ¿Quien es un héroe militante y quien es un subversivo? ¿Será pura casualidad del mensaje? Curiosamente, desde su mandato, la población del país comenzó a referirse a este grupo armado (guerrilla), de manera despectiva y tachándolos de terroristas y asesinos. Logro que se adjudicará al mandatario luego de su gestión.

[2] Realismo mágico: forma y estilos característicos de nuestro Nobel colombiano donde en la narración de la realidad macondiana como sucesos cotidianos, da a ilustrar todo un mundo fantástico de posibilidades inverosímiles para aquellos ajenos a nuestros matices colombianos. Es la magia y fantasía de lo que para Márquez es un hecho real.